Para ser verdad... ¡poco puede ser! Y el que puede, no quiere. Sin embargo, menos aún puede el bueno ser verdadero.
¡Oh, esos buenos! Los hombres buenos nunca dicen la verdad. Para el espíritu, ser bueno es una enfermedad.
Se rinden, esos buenos, se someten; su corazón repite, su alma obedece: ¡pero el que obedece, no se escucha a sí mismo!
Todo lo que es llamado mal por el bien, debe reunirse para que nazca una verdad. Oh, hermanos míos, ¿también sois lo suficientemente malos para esta verdad?
La aventura atrevida, la desconfianza prolongada, el cruel No, el tedio, el corte en el momento... ¡qué pocas veces se juntan! Sin embargo, de esa semilla se produce la verdad.
¡Junto a la mala conciencia ha crecido hasta ahora todo el conocimiento! ¡Rompan, rompan, ustedes que disciernen, las viejas tablas de la ley!