No me basta con que el rayo ya no haga daño. No quiero conducirlo lejos: debe aprender a trabajar para mí.
Mi sabiduría se ha acumulado durante mucho tiempo como una nube, se vuelve más tranquila y más oscura. Lo mismo ocurre con toda la sabiduría que un día dará lugar a relámpagos.
Para estos hombres de hoy no seré luz, ni seré llamado luz. A ellos los cegaré: ¡relámpago de mi sabiduría! ¡apaga sus ojos!