75. Ciencia

Así cantó el mago; y todos los presentes cayeron como pájaros desprevenidos en la red de su artera y melancólica voluptuosidad. Sólo el espiritualmente consciente no había sido atrapado: enseguida arrebató el arpa al mago y gritó: "¡Aire! ¡Que entre un buen aire! ¡Deja entrar a Zaratustra! ¡Haces esta cueva bochornosa y venenosa, viejo mago malo!

Seduces, falso, sutil, a deseos y desiertos desconocidos. Y ¡ay, que los que son como tú hablen y hagan ruido con la verdad!

¡Ay, de todos los espíritus libres que no están en guardia contra tales magos! Se acabó su libertad: enseñan y tientan a volver a las cárceles,-

-Viejo demonio melancólico, de tu lamento suena un señuelo: ¡te pareces a los que con sus alabanzas a la castidad invitan secretamente a la voluptuosidad!

Así habló el concienzudo; el viejo mago, sin embargo, miró a su alrededor, disfrutando de su triunfo, y por ello soportó la molestia que le causó el concienzudo. "¡Cállate!", dijo con voz modesta, "los buenos cantos quieren repetirse bien; después de los buenos cantos hay que guardar un largo silencio.

Así lo hacen todos los presentes, los hombres superiores. Tú, sin embargo, ¿has entendido quizás poco de mi canción? En ti hay poco del espíritu mágico.

"Me alabas", respondió el concienzudo, "en que me separas de ti mismo; ¡muy bien! Pero, vosotros, los demás, ¿qué veo? Seguís sentados ahí, todos vosotros, con ojos lujuriosos-:

Espíritus libres, ¿a dónde ha ido a parar vuestra libertad? Casi me parece que os parecéis a los que han mirado durante mucho tiempo a las chicas malas que bailan desnudas: ¡vuestras almas mismas bailan!

En vosotros, hombres superiores, debe haber más de eso que el mago llama su espíritu maligno de la magia y el engaño:- debemos ser realmente diferentes.

Y, en verdad, hemos hablado y pensado juntos lo suficiente antes de que Zaratustra regresó a su cueva, para que yo no ignore que somos diferentes.

Buscamos cosas diferentes incluso aquí arriba, tú y yo. Porque yo busco más seguridad; por eso he venido a Zaratustra. Porque él sigue siendo la torre más firme y la voluntad...

-Hoy, cuando todo se tambalea, cuando toda la tierra tiembla. Tú, en cambio, cuando veo qué ojos pones, casi me parece que buscas más inseguridad,

-Más horror, más peligro, más terremoto. Usted anhela (casi me lo parece -perdone mi presunción, ustedes, hombres superiores)-

-Anhelas la peor y más peligrosa vida, la que más me asusta, la de las fieras, la de los bosques, las cuevas, las montañas escarpadas y los desfiladeros laberínticos.

Y no son los que conducen fuera del peligro los que más te agradan, sino los que te alejan de todos los caminos, los descarriados. Pero si tal anhelo en ti es real, me parece sin embargo imposible.

Porque el miedo es el sentimiento original y fundamental del hombre; a través del miedo se explica todo, el pecado original y la virtud original. A través del miedo creció también mi virtud, es decir: La ciencia.

El miedo a los animales salvajes es el que más se ha fomentado en el hombre, incluido el animal que oculta y teme en sí mismo: Zaratustra lo llama "la bestia interior".

Un miedo tan prolongado y antiguo, al final se convierte en sutil, espiritual e intelectual - en la actualidad, creo, se llama Ciencia".

Así habló el concienzudo; pero Zaratustra, que acababa de volver a su cueva y había oído y adivinado la última conversación, lanzó un puñado de rosas al concienzudo, y se rió a causa de sus "verdades". "¿Por qué?", exclamó, "¿qué he oído hace un momento? me parece que eres un tonto, o bien yo mismo lo soy: y tranquila y rápidamente pondré tu "verdad" patas arriba.

Porque el miedo es una excepción entre nosotros. El valor, sin embargo, y la aventura, y el deleite en lo incierto, en lo no intentado, el valor me parece toda la historia primitiva del hombre.

Envidió a los animales más salvajes y valientes y les robó todas sus virtudes: sólo así se convirtió en hombre.

Esta valentía, por fin convertida en sutil, espiritual e intelectual, esta valentía humana, con pináculos de águila y sabiduría de serpiente: esto, me parece, se llama en la actualidad-"

"¡Zaratustra!", gritaron todos los allí reunidos, como con una sola voz, y estallaron al mismo tiempo en una gran carcajada; surgió, sin embargo, de ellos como una pesada nube. Incluso el mago se rió, y dijo sabiamente: "¡Bien! ¡Se ha ido, mi espíritu maligno!

¿Y no te advertí yo mismo contra él cuando dije que era un engañador, un espíritu mentiroso y engañador?

Sobre todo cuando se muestra desnudo. Pero, ¿qué puedo hacer con respecto a sus trucos? ¿Lo he creado yo y el mundo?

¡Bueno! Volvamos a ser buenos y a tener buen ánimo. Y aunque Zaratustra mire con malos ojos -¡sólo véanlo! le desagrado-:

-Para cuando llegue la noche aprenderá de nuevo a amarme y alabarme; no puede vivir mucho tiempo sin cometer tales locuras.

Él- ama a sus enemigos: este arte lo conoce mejor que cualquiera que haya visto. Pero se venga de sus amigos".

Así habló el viejo mago, y los hombres superiores le aplaudieron, de modo que Zaratustra dio la vuelta y estrechó con picardía y cariño la mano de sus amigos, como quien tiene que reparar y disculparse con todos por algo. Sin embargo, cuando llegó a la puerta de su cueva, volvió a sentir la nostalgia del buen aire del exterior y de sus animales, y deseó salir.

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