Prólogo de la edicion francesa

EL libro de la Sra. Pardo Bazán que hoy ofrecemos al público bajo distinto título del qué lleva en la edición española, me pareció, desde que por primera vez lo leí, digno de pasar al idioma francés. Personas de muy diversas procedencias y escuelas literarias me impulsaron luego, confirmando mi propósito, á traducir esta obra.

Decíanme unos que es muy curioso conocer la opinión formada en el extranjero sobre un movimiento de origen francés; otros esperaban encontrar en este libro nueva luz que iluminase sus teorías predilectas. Rendíme á sus razones, y me resigné una vez más al desairado papel de traductor.

Doña Emilia Pardo Bazán se cuenta en el número de los primeros autores peninsulares. En pocos años ha tratado asuntos muy varios: novela, crítica, historiografía, historia literaria, hagiología, crítica científica. Sus dotes más preciosas de escritor son sin duda alguna la admirable claridad de la inteligencia, la soltura y brillantez del lenguaje, y el nervio y color del estilo.

La mayor parte de las teorías que esta autora propaga en España, tienen origen francés(3); pero cumple añadir que en 1883 no carecía de mérito el emprender su exportación á España, y que, tratándose de una dama, el mérito se duplica. Y es fuerza agregar que bastantes ideas de LA CUESTIÓN PALPITANTE no le deben nada á nadie: pertenecen á la escritora española.

La Sra. Pardo Bazán capitanea, en efecto, una escuela literaria: su naturalismo católico no puede apoyarse en las mismas bases en que descansa el de Emilio Zola, y por eso nuestra colega transpirenáica otorga gran importancia á problemas que, en Francia, nadie examinó hasta el día, y que no obstante preocupan á ciertos críticos, en especial á un numeroso grupo de escritores y periodistas católicos. En ese grupo, de que formé parte un tiempo, donde conservo amigos, y, naturalmente, poseo adversarios, el naturalismo científico de la escuela de Medan no corre sin enmienda. Y esta hueste cristiana, que por sus aficiones literarias se siente inclinada á ingresar en la brillante pléyade de novelistas veristas, se regocijará, de fijo, al encontrar en su correligionaria española iguales preferencias con iguales reservas y distingos. Para este grupo extractaré aquí los tres capítulos que me veo precisado á suprimir en la traducción, porque contenían una filosofía un tanto árida y escolástica, y sólo podían interesar á una fracción tan respetable como escasa del público ilustrado(4).

En efecto: muy contados serán los lectores á quienes importen las bases filosóficas en que descansan los dogmas de una escuela literaria(5): la mayoría sólo piensa en las obras que esa escuela produce.—Con la mayoría habla la Sra. Pardo Bazán, una vez salvado el pantano teológico.

Expuesta la teoría de la conciliación entre la gracia y el libre albedrío, la Sra. Pardo Bazán la acepta íntegra, y en ella funda su propio sistema. Muchos escritores españoles se adhirieron á sus doctrinas; no pocos las combatieron é impugnaron.

Entre los partidarios de su doctrina citaré de una parte al Sr. D. Leopoldo Alas, de otra al Sr. Barcia Caballero, autor de una réplica que es una adhesión, LA CUESTIÓN PALPITANTE, cartas d Doña Emilia Pardo Bazán; entre los adversarios, á los señores Polo y Peyrolón, novelista de la escuela de Trueba; á Díaz Carmona, distinguido profesor, y á Luis Alfonso, redactor de La Epoca, que en su periódico hizo brillante campaña contra el naturalismo. Esto por lo que respecta á los críticos, pues algunos novelistas se adhirieron practicando: díganlo el marqués de Figueroa, Martínez Barrionuevo, Fernández Juncos, etc. Sin embargo, la Sra. Pardo Bazán continúa siendo el jefe indiscutible de la escuela naturalista católica. Sus diversas novelas, sus primorosos cuentos, le aseguran la primacía, mientras no surja un rival digno de competir con la escritora(6).

ALBERTO SAVINE.

PARÍS, 1886.

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