Cinco minutos más tarde.
Me he juzgado, ratificando mi condenación á la última pena.
Ningun Código se ocupa de mi crimen, -ningun Código escrito.
El Código de los corazones honrados, condena al que le comete al mismo castigo que yo!...
Quiero ser útil, siquiera en mis últimos instantes, y concluir mi vida haciendo una buena obra.
Esa buena obra es legar al público estas páginas, en que condenso la causa criminal seguida por mi contra mí mismo, para infundir valor á los que, en iguales circunstancias, estén á punto de cometer -como yo- el crímen· más espantoso y más impune!...
¡Que la execración de la humanidad recaiga sobre los que tal hicieran, ya que las leyes de los hombres no tienen un castigo para ellos!....
............
Córdoba, Mayo de 1887