5

Marchó entonces en busca de Cina a su campamento; pero habiendo concebido temor con motivo de cierta calumnia, muy luego se ocultó y se quitó de delante. Como no se supiese de él, corrió en el campamento la hablilla de que Cina había dado muerte a aquel joven. Con esto, los que ya antes le miraban con aversión y odio se armaron contra él; dio a huir, y, habiéndole alcanzado un capitán que le perseguía con la espada desnuda, se echó a sus pies y le presentó su anillo, que era de gran valor; pero contestándole el capitán con gran desdén: “Yo no vengo a sellar ninguna escritura, sino a castigar a un abominable e inicuo tirano”, le pasó con la espada. Muerto de esta manera Cina, entró en su lugar y se puso al frente de los negocios Carbón, tirano todavía más furioso que aquel; así es que Sila, que ya se acercaba, era deseado de los más, a causa de los malos presentes, por los que miraban como un bien no pequeño la mudanza de dominador: ¡a tal punto habían traído a Roma sus desgracias, que ya no buscaba sino una esclavitud más llevadera, desconfiando de ser libre!

Share on Twitter Share on Facebook