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Preparóse Domicio para el combate, queriendo poner delante de sí un barranco áspero y difícil de pasar; pero como desde la madrugada empezase a caer copiosa lluvia con viento, se detuvo, y, desconfiando de que pudiera ser en aquel día la batalla, la orden para la retirada. Pompeyo, por el contrario, creyó ser aquel el momento oportuno, y, marchando con rapidez, pasó el barranco; con lo que, sorprendidos en desorden los enemigos, no pudieron hacer frente todos en unión, y aun el viento continuaba dándoles con el agua de cara. No dejó, sin embargo, de incomodar también a los Romanos aquella tempestad, porque no les permitía verse bien unos a otros, y el mismo Pompeyo estuvo para perecer por no ser conocido, a causa de que, habiéndole preguntado uno de sus soldados la seña, tardó en responder. Mas rechazaron con gran mortandad a los enemigos, pues se dice que, de veinte mil, sólo tres mil pudieron huir, y a Pompeyo le proclamaron emperador; pero como éste no quisiese admitir aquella distinción mientras se mantuviera enhiesto el campamento de los enemigos, diciéndoles que para que le tuviesen por digno de aquel título, era preciso que antes lo derribaran, al punto se arrojaron sobre el valladar, peleando Pompeyo sin casco, por temor de que le sucediera lo que antes. Tomóse, pues, el campamento, pereciendo allí Domicio. De las ciudades, unas se sometieron inmediatamente y otras fueron tomadas por la fuerza. Tomó también cautivo al rey Hiarbas, que auxiliaba a Domicio, y dio su reino a Hiempsal. Sacando partido de la buena suerte y del denuedo de sus tropas, invadió la Numidia, y haciendo por ella muchos días de marcha sujetó a cuantos se le presentaron; con lo que, volviendo a dar tono y fuerza al terror y miedo con que aquellos bárbaros miraban antes a los Romanos, que ya se había debilitado, dijo que ni las fieras que habitaban el África se habían de quedar sin probar el valor y la fortuna de los Romanos. Dióse, pues, a la caza de leones y elefantes por algunos días, y en solos cuarenta derrotó a los enemigos, sujetó al África y dispuso de reinos, teniendo entonces veinticuatro años.

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