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Deteniéndose después de esto todo el tiempo necesario para apaciguar las mayores alteraciones y sosegar y componer las discordias y desavenencias que aún ardían, restituyó el ejército a Italia, llegando por fortuna cuando estaba en su mayor fuerza la guerra civil. Por lo mismo, Craso precipitó, no sin riesgos, la batalla, y le favoreció la suerte, habiendo muerto en la acción doce mil trescientos hombres de los enemigos. Mas con esto mismo la fortuna halló medio de introducir a Pompeyo en la victoria, porque cinco mil que huyeron de la batalla dieron con él, y habiendo acabado con todos escribió al Senado, por un mensajero que anticipó, que Craso había vencido en la batalla campal a los gladiadores, pero que él había arrancado la guerra de raíz; cosa que, por el amor que le tenían, escuchaban y repetían con gusto los Romanos, al mismo tiempo que ni por juego podía haber quien dijese que la gloria de la España y Sertorio eran de otro que de Pompeyo. En medio de todos estos honores y la expectación en que en cuanto a él se estaba, había la sospecha y receló de que no despediría al ejército, sino que por medio de las armas y el mando de uno solo marcharía en derechura al gobierno de Sila; así, no eran menos los que por amor corrían a él y le salían al encuentro en el camino que los que por miedo hacían otro tanto. Disipó luego Pompeyo este temor diciendo que dejaría el mando del ejército después del triunfo; pero a los malcontentos aún les quedó un solo asidero para sus quejas, y fue decir que se inclinaba más a la plebe que al Senado, y que habiendo Sila destruido la dignidad de aquella, él trataba de restablecerla para congraciarse con la muchedumbre; lo que era verdad. Porque no habla cosa que más violentamente amase el pueblo Romano, ni que más desease, que volver a ver restablecida aquella magistratura; así, Pompeyo tuvo a gran dicha el que se le presentase la oportunidad de esta disposición; como que no habría encontrado otro favor con que recompensar el amor de los ciudadanos si otro se le hubiera adelantado en éste.

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