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A los Atenienses los admitió a reconciliación, aun en medio de haber hecho grandes demostraciones de sentimiento por el infortunio de Tebas; pues teniendo entre manos la fiesta de los Misterios, la dejaron por aquel duelo, y a los que se refugiaron en Atenas les prestaron todos los oficios de humanidad; mas con todo, bien fuese por haber saciado ya su cólera, como los leones, o bien porque quisiese oponer un acto de clemencia a otro de suma crueldad y aspereza, no sólo los indultó de todo cargo, sino que los exhortó a que atendiesen al buen orden de la ciudad, como que había de tomar el imperio de la Grecia, si a él le sobrevenía alguna desgracia, y de allí en adelante se dice que le causaba sumo disgusto aquella calamidad de los Tebanos, por lo que se mostró muy benigno con los demás pueblos; y lo ocurrido con Clito entre los brindis de un festín, y la cobardía en la India de los Macedonios, por la que en cuanto estuvo de su parte dejaron incompleta su expedición y su gloria, fueron cosas que las atribuyó siempre a ira y venganza de Baco. Por fin, de los Tebanos que quedaron con vida, ninguno se le acercó a pedirle alguna cosa que no saliera bien despachado; y esto es lo que hay que referir sobre la toma de Tebas.

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