En medio de los muchos y terribles males que afligieron a aquella desgraciada ciudad, algunos Tracios quebrantaron la casa de Timoclea, mujer principal y de ordenada conducta, y mientras los demás saqueaban los bienes, el jefe, después de haber insultado y hecho violencia al ama, le preguntó si había ocultado plata u oro en alguna parte. Confesóle que sí, y llevándole sólo al huerto le mostró el pozo, diciendo que al tomarse la ciudad había arrojado allí lo más precioso de su caudal. Acercóse el Tracio, y cuando se puso a reconocer el pozo, habiéndosele aquélla puesto detrás, le arrojó, y echándole encima muchas piedras acabó con él. Lleváronla los Tracios atada ante Alejandro, y desde luego que se presentó pareció una persona respetable y animosa, pues seguía a los que la conducían sin dar la menor muestra de temor o sobresalto. Después, preguntándole el Rey quién era, respondió ser hermana de Teágenes, el que había peleado contra Filipo por la libertad de los Griegos y había muerto de general en la batalla de Queronea. Admirado, pues, Alejandro de su respuesta y de lo que había ejecutado, la dejó en libertad a ella y a sus hijos.