En Persia lo primero que ejecutó fue hacer a las mujeres el donativo de dinero. Acostumbraban en efecto los reyes cuantas veces entraban en Persia dar una moneda de oro a cada una; por lo cual se dice que algunos iban allá pocas veces, y que Oco no hizo este viaje ni siquiera una, desterrándose, por mezquindad, de su patria. Descubrió al cabo de poco el sepulcro de Ciro, y hallando que había sido violado dio muerte al que tal insulto había cometido, sin embargo de que era de los Peleos, y no de los menos principales, llamado Polímaco. Habiendo leído la inscripción, mandó que se grabara en caracteres griegos, y era en esta forma: “HOMBRE, QUIENQUIERA QUE SEAS, Y DE DONDEQUIERA QUE VENGAS, PORQUE DE QUE HAS DE VENIR ESTOY CIERTO, YO SOY CIRO, QUE ADQUIRÍ A LOS PERSAS EL IMPERIO: NO CODICIES, PUES, ESTA POCA TIERRA QUE CUBRE MI CUERPO”. Cosa fue esta que puso muy triste y pensativo a Alejandro, haciéndole reflexionar sobre aquel olvido y aquella mudanza. Allí Calano, habiendo sufrido por algunos días una incomodidad de vientre, pidió que se le levantara una pira, y llevado a ella a caballo, hizo plegarias a los dioses y libaciones sobre sí mismo, ofreciendo las primicias de sus cabellos; y al subir a la hoguera abrazó a los Macedonios que se hallaban presentes y los exhortó a que aquel día lo pasaran alegremente y en la embriaguez con el rey, diciendo que a éste lo vería dentro de poco tiempo en Babilonia. Luego que así les hubo hablado se reclinó y se cubrió con la ropa, y no hizo el menor movimiento al llegarle el fuego, sino que, manteniéndose en la misma postura en que se había recostado, se ofreció a sí mismo en víctima, según el rito patrio de los sofistas de aquel país. Esto mismo hizo muchos años después otro Indio de la comitiva de César en Atenas, y hasta el día de hoy se muestra su sepulcro, que se llama el sepulcro del Indio.