68

Mientras allí permanecía llegó Nearco, de lo que recibió gran placer; y habiéndole oído referir los sucesos de su navegación, se embarcó él mismo con ánimo de recorrer con una grande escuadra, partiendo del Éufrates, la Arabia y el África, y de penetrar en el mar interior por las columnas de Heracles, para lo cual se constituían toda especie de embarcaciones en Tápsaco y se recogían en todas partes marineros y pilotos; pero lo trabajoso de la expedición de la India, el sitio peligroso de la ciudad de los Malos y la gran pérdida de tropas de que había corrido voz -por la desconfianza de que pudiera salir con bien de su empresa- movieron a sediciones y alborotos aun a los más obedientes, y fueron para los generales y sátrapas ocasión de grandes injusticias y de codicias e insolencia; discurriendo por todas partes el espíritu de inquietud y novedad, hasta el extremo de haberse sublevado contra Antípatro Olimpíade y Cleopatra, dividiéndose el reino, del que tomó para sí Olimpíade el Epiro y Cleopatra la Macedonia. Oído que esto fue por Alejandro, dijo que la madre había andado más acertada en su elección, pues los Macedonios no sufrirían ser gobernados por una mujer. Con este motivo hizo que Nearco, volviera al mar, teniendo resuelto llevar la guerra por todas las regiones marítimas, y marchando él mismo por tierra castigó a los caudillos que encontró delincuentes, y de los hijos de Abulites, por sí mismo dio la muerte a Oxiartes, pasándole con una azcona; y como Abulites no le acudiese con las provisiones necesarias, contentándose con presentarle tres mil talentos en dinero, le mandó que lo echara a los caballos: no lo gustaron, y diciéndole entonces: “¿Pues de qué me sirven tus provisiones?”, puso a Abulites en un encierro.

Share on Twitter Share on Facebook