Regresó en seguida a la Italia, subió a Roma cuando ya estaba cerca de su término el año para que se le había nombrado segunda vez dictador, siendo así que antes nunca esta magistratura había sido anual. Designósele cónsul para el siguiente, y se murmuró mucho de él, porque habiéndose sublevado los soldados hasta el extremo de dar muerte a los generales Cosconio y Galba, aunque los reprendió, llegando a llamarles ciudadanos y no militares, les repartió, sin embargo, mil dracmas a cada uno y les adjudicó por suertes una gran porción de terreno en la Italia. Poníanse además a su cuenta los furores de Dolabela, la avaricia de Amincio, las borracheras de Antonio y la insolencia de Cornificio en hacerse adjudicar la casa de Pompeyo, y darle después más extensión, como que no cabía en ella; porque todas estas cosas disgustaban mucho a los Romanos; mas por sus miras respecto al gobierno, aunque no las ignoraba César ni eran de su aprobación, se vela precisado a valerse de tales instrumentos.