De las mujeres con quienes estuvo casado, de la primera no ha quedado escrita otra cosa sino que era hermano suyo el escultor Cefisodoro; pero la segunda no fue menos recomendable entre los Atenienses por su honestidad y sencillez que Foción por su probidad. Así sucedió en una ocasión que, asistiendo los Atenienses al espectáculo de una nueva tragedia, el actor que tenía que salir pidió al que daba la fiesta una máscara de reina y el acompañamiento de muchas damas magníficamente puestas; y como incomodado de que no se le daba lo que pedía dejase en suspenso la función por no querer salir, Melantio, jefe de coro, echándolo al medio de un empujón, exclamó: “¿No ves a la mujer de Foción, que sale siempre con una criada sola? ¿Quieres con tus aparatos de lujo echar a perder a nuestras mujeres?” Difundida esta expresión por el teatro, fue recibida con grandes aclamaciones y aplausos. La misma mujer, mostrándole una huéspeda de Jonia sus adornos de oro, engastados en piedras, como eran arracadas y collares: “Pues mi ajuar y todo mi adorno, le contestó, es Foción, que hace veinte años es general de los Atenienses”.