20

Escribió Alejandro dando orden de que se le enviaran cierto número de galeras; opusiéronse los oradores, y el Senado mandó que Foción expusiese su dictamen; y él les dijo: “Mi dictamen es que, o seáis más fuertes en las armas, u os hagáis amigos de los que lo son”. A Piteas, que empezaba a comparecer ante los Atenienses, y ya era hablador: “¿No callarás- le dijo- siendo todavía recién comprado para el pueblo?” Hárpalo, que había huido de Alejandro con grande cantidad de dinero, aportó desde el Asia al Atica, y la turba de los acostumbrados a sacar producto de la tribuna empezó a correr a él y a frecuentarle; y él, con darles algún cebo, los abandonó y envió a pasear, y buscó, por el contrario quien le ofreciera a Foción setecientos talentos y otra infinidad de presentes, queriendo entregarse todo a él: mas habiendo respondido Foción con aspereza que tendría Hárpalo que sentir si no cesaba de andar corrompiendo la ciudad, entonces, intimidado, se contuvo. Tuvieron junta de allí a poco los Atenienses, y vio a los que habían recibido dinero convertidos en enemigos suyos y que le acusaban para desvanecer las sospechas, y sólo Foción, que nada había admitido, al proponer lo que convenía a la república no se olvidaba de atender a su salud. Volvió con esto otra vez a querer obsequiarle; pero después de haberle rodeado y tanteado por todas partes, se desengañó de que era una fortaleza inexpugnable con el oro: pero habiéndose hecho amigo y familiar de su yerno Caricles, dio motivo a que se formara de éste mala opinión, porque era toda su confianza, y de quien para todo se valía.

Share on Twitter Share on Facebook