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Leído el decreto, deseaban algunos que Foción fuera atormentado antes de recibir la muerte, y daban la orden de que se trajera la rueda y se llamara a los ejecutores; pero Hagnónides, viendo que también Clito lo repugnaba y que la cosa en sí era bárbara y abominable: “Cuando prendamos- dijo-, oh Atenienses, a ese vil hombre de Calimedonte, entonces lo atormentaremos; pero en cuanto a Foción, yo no propongo semejante cosa”; a lo que uno de los hombres honrados exclamó: “Y haces muy bien; porque si atormentamos a Foción, ¿contigo qué deberíamos hacer?” Sancionado el decreto, y dados los votos, sin que nadie se sentase, todos en pie como estaban, y aun muchos poniéndose coronas, los condenaron a muerte. Hallábanse con Foción, Nicocles, Tudipo, Hegemón y Pitocles, y se decretó también la muerte de Demetrio de Falera, de Calimedonte, de Caricles y de otros ausentes.

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