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- Solía un suceso de esta especie causar, además del rubor que es consiguiente, gran abatimiento y duelo por muchos días, no sólo a los mismos desatendidos, sino a sus amigos y deudos; pero Catón lo llevó con tal entereza, que ungido se puso a jugar a la pelota en el campo Marcio, y después de comer bajó otra vez a la plaza descalzo y sin túnica, como lo tenía de costumbre, y se paseó con los que siempre eran sus compañeros. Culpábale Cicerón de que, cuando la república necesitaba de un hombre como él, no hizo la debida diligencia, ni usó con el pueblo de la correspondiente afabilidad; y de que para en adelante cedió ya, y se dio por vencido, cuando respecto de la pretura desairado una vez, volvió, sin embargo, a pedirla después. Mas a esto decía Catón que en la pretura había sufrido repulsa no por la voluntad de la muchedumbre, sino porque ésta había sido violentada o corrompida; pero en la votación para el consulado, no habiendo intervenido fraude ninguno, había conocido que el pueblo era el que le había repudiado, a causa de su tenor de vida y que ni el mandarlo según el capricho ajeno, ni el volver otra vez a ponerse en el mismo caso, habiendo de usar del mismo porte, era propio de un hombre de juicio.

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