60

Dicho esto por Catón, en algunos había hecho su discurso el efecto de inspirarles confianza, pero en los más, olvidados, puede decirse, al ver su impavidez, su grandeza de alma y su humanidad, de los peligros de aquella situación, teniéndole a él solo por su caudillo, invicto y superior a todos los casos de la fortuna, le rogaban que dispusiera de sus personas, de sus intereses, de sus armas, como le pareciese; porque más querían morir puestos en sus manos que salvarse haciendo traición a tan encumbrada virtud. Propúsose por uno de los concurrentes que podría ser oportuno decretar la libertad de los esclavos, y conviniendo los más en ello, dijo Catón que no consentiría en que tal se hiciese, porque no era justo ni conforme a las leyes; y sólo manumitiéndolos sus dueños recibiría a los que se hallasen en edad de tomar las armas. Hiciéronle enseguida muchas ofertas, y diciendo que los que quisieran se suscribieran en un registro, se retiró. Llegáronle de allí a poco cartas de Juba y Escipión, de los cuales aquel, que se había ocultado en un monte con algunos pocos de los suyos, le preguntaba qué determinaba se hiciese; porque le aguardaría si pensaba dejar a Utica, y si prefería sufrir un sitio, le auxiliaría con su ejército; y Escipión, que estaba al ancla en un promontorio no lejos de Utica, le manifestaba que también esperaba su resolución.

Share on Twitter Share on Facebook