Habiendo dado fin a la narración, nos resta sacar consecuencias de la contraposición de estas vidas. En cuanto a los Gracos, ni aun los que peor hablaron de ellos y se mostraron sus mayores enemigos se atrevieron a decir que no hubiesen nacido con la mejor índole para la virtud entre todos los Romanos, y que no se les hubiese dado una crianza y educación correspondiente. La índole de Agis y Cleómenes parece que era todavía más robusta y esforzada que la de aquellos, puesto que no habiendo recibido una esmerada educación, y habiéndose criado en unos hábitos y costumbres que largo tiempo antes habían viciado a los que les precedieran, ellos, sin embargo, se constituyeron en caudillos de sencillez y frugalidad. Mas: aquellos, cuando Roma estaba en el mayor esplendor de su dignidad, y era en ella grande la estimulación a las ilustres hazañas, se hubieran avergonzado de no admitir esta especie de sucesión de virtud patria y hereditaria, mientras que éstos, que habían nacido de padres avezados a lo contrario, y que encontraron su patria estragada y enferma, no por esto entorpecieron ni en lo más mínimo su inclinación a la virtud. En punto a desprendimiento y a integridad, es ciertamente grande en los Gracos el que en sus magistraturas y gobiernos se hubiesen conservado puros de adquisiciones injustas; pero Agis se hubiera dado por ofendido de que redujeran su alabanza a no haber tomado nada de lo ajeno, cuando había dado a los ciudadanos su propia hacienda, que sin contar las demás especies de riqueza, sólo en dinero montaba seiscientos talentos. ¡Hasta qué punto tendría por malo el adquirir por medios ilícitos quien graduaba de codicia el tener más que otro! no