22

Supo Demóstenes con anticipación la muerte de Filipo, y para preparar a los Atenienses a tener confianza de mejorar de suerte, se presentó alegre en el consejo, significando haber tenido un sueño que le hacía pronosticar a los Atenienses sucesos muy prósperos; y de allí apoco parecieron los que traían la noticia de la muerte de Filipo. Sacrificaron, pues, inmediatamente por la buena nueva y decretaron coronas a Pausanias. Presentóse asimismo Demóstenes coronado con un rico manto, a pesar de que no hacía más que siete días que había muerto su hija, como lo dice Esquines para motejarle con este motivo y censurarle de desnaturalizado, acreditándose en esto él mismo de poco generoso y de abatido espíritu, pues que tenía el llanto y el lamento por señales de un ánimo benigno y piadoso, y desaprobaba en otros el que llevasen los infortunios con entereza y resignación. Por tanto yo, así como no diré que hubiese sido bien hecho tomar coronas y sacrificar por la muerte de un rey que después de haberlos vencido los trató con tanta mansedumbre y humanidad, porque, sobre ser repugnante, manifiesta cierta vileza haberle acatado vivo y haberle hecho ciudadano, y después, cuando fue muerto por mano de otro, no llevar moderadamente la alegría, sino saltar y hacer extremos de gozo, insultando a un difunto, como por una hazaña que se debiera a su valor, alabo y aplaudo en Demóstenes el que, dejando a las mujeres las desgracias, domésticas, las lágrimas y los lloros, hubiese hecho lo que creyó conveniente a la ciudad. Porque, en mi concepto, es de un ánimo verdaderamente social y esforzado, atendiendo siempre al bien, común y subordinando los intereses y sucesos particulares a los públicos, el saber guardar en todo la dignidad y el decoro, aun mejor que los que hacen en los teatros los papeles de reyes y tiranos, ya que éstos no lloran y ríen como quieren, sino como lo pide el paso y conviene al asunto. Fuera de esto, si se tiene por un deber el no abandonar y dejar sin consuelo al que gime en el infortunio, sino más bien usar de palabras que le conforten y llamar su atención a asuntos más lisonjeros, a manera de lo que hacen los facultativos con los que tienen mal de ojos, a quienes mandan que aparten la vista de los objetos resplandecientes y que reverberan la luz y la vuelvan a los que tienen color verde y opaco, ¿cómo podrá curar mejor el ciudadano su consuelo que haciendo mezcla, cuando la patria está en prosperidad, de los sucesos públicos y domésticos, para que con los que son felices y de mayor poder se borren los infaustos? Hame movido a decir estas cosas al ver que Esquines en su oración procura quebrantar y afeminar los ánimos, inclinándolos fuera de propósito a la compasión.

Share on Twitter Share on Facebook