Mas para partir Catilina de un principio seguro, pedía el Consulado y se lisonjeaba de que saldría cónsul con Gayo Antonio, hombre que por sí no era propio para estar al frente de nada, ni bueno ni malo; pero que daría peso al poder ajeno. Previéndolo así la mayor parte de los honestos y buenos ciudadanos, movieron a Cicerón a que se presentara competidor, y siendo muy bien recibido del pueblo, quedó desairado Catilina, y fueron elegidos Cicerón y Gayo Antonio, a pesar que de todos los candidatos sólo Cicerón era hijo de padre que pertenecía al orden ecuestre y no al senatorio.