Habiendo tomado Demetrio la Macedonia y la Tesalia, y siendo dueño de la mayor parte del Peloponeso, y fuera del istmo de Mégara y de Atenas, se dirigió contra los Beocios. Hicieron éstos desde luego la paz con condiciones tolerables; pero pasando después a Tebas con ejército el espartano Cleónimo, volvieron a ensoberbecerse; y como al mismo tiempo Pisis de Tespias, que en gloria y en poder era el primero, concurriese también a inflamarlos, se le rebelaron. Mas apenas acudiendo Demetrio con sus máquinas de guerra puso sitio a Tebas, y por temor salió de ella Cleónimo, asustados los Beocios, se rindieron a discreción. Puso Demetrio guarnición en las ciudades, exigió crecidas contribuciones, y dejándoles por procurador y presidente a Jerónimo el Historiador, pareció haber andado demasiado benigno, especialmente en cuanto a Pisis, pues, habiéndose apoderado de su persona, no le hizo ningún mal, sino que le saludó y trató afablemente y le nombró comandante de la armada de Tespias. Fue de allí a poco cautivado Lisímaco por Dromiquetes, y marchando inmediatamente Demetrio con esta nueva a la Tracia, con esperanza de ocuparla como país desierto, se rebelaron de nuevo los Beocios, y le llegó aviso de que Lisímaco se hallaba libre. Retrocediendo, pues, sin dilación lleno de cólera, se encontró con que ya los Beocios habían sido vencidos en batalla por su hijo Antígono, y puso de nuevo sitio a Tebas.