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En tal estado, viendo los más prudentes de los Atenienses que Solón únicamente estaba fuera de aquellos extremos, pues ni tenía parte en los atropellos de los ricos, ni estaba sujeto a las angustias de los pobres, le rogaban que se pusiese al frente de los negocios públicos y calmara aquellos disturbios. Fanias de Lesbos escribe que Solón, con la mira de salvar la patria, usó de artificio con unos y otros, prometiendo a los pobres el repartimiento y a los ricos la estabilidad de sus créditos; pero el mismo Solón dice que al principio puso con repugnancia mano en el gobierno, por temer la avaricia de los unos y la insolencia de los otros. Fue, pues, elegido Arconte, después de Filómbroto, y juntamente medianero y legislador: a satisfacción de los ricos, por ser hombre acomodado, y de los pobres, por la opinión de su probidad. Háblase también de esta sentencia suya, esparcida con anterioridad: que la igualdad no engendra discordia, y acomoda a ricos y pobres, esperando los unos una igualdad que consista en dignidad y virtud, y los otros, una igualdad de número y medida. Concebidas por todos grandes esperanzas, los principales se ponían al lado de Solón, brindándole con la tiranía, y alentándole a que confiadamente entrase al manejo de la ciudad, en la que tal superioridad había alcanzado. Muchos también de los de mediana condición, considerando que la mudanza, sí había de hacerse conforme a la ley y razón, era obra difícil y arriesgada, no rehusaban que uno solo, tenido por el más justo y más prudente, se encargara del mando. Algunos añaden que la Pitia le dirigió este oráculo: En medio de la nave el timón toma, y endereza su curso: que en tu auxilio tendrás a muchos de la ilustre Atenas. Vituperábanle principalmente sus allegados el que por el mal sonido del nombre rehuyese la monarquía, como si no se convirtiera fácilmente en reino justo por la virtud del que la ejercía, según se había verificado antes con los Eubeos, que habían elegido en tirano a Tinondas y los Mitileneos, que asimismo habían elegido a Pítaco. Nada sirvió todo esto para mover a Solón de su propósito, antes respondió a sus amigos, según se dice: “Sí, muy buena posesión es la tiranía; pero no tiene salida”; y en sus poesías, hablando con Foco, dice: Salvé sin tiranía el patrio suelo, y sin usar de inexorable fuerza, que mi brillante honor manchado habría: alzo, por tanto, sin rubor mi frente, y a todos los demás en gloria venzo. De donde es claro que ya gozaba de gran nombre antes de la publicación de sus leyes. Algunos se burlaron de él porque no admitió la tiranía; y el refiere esas burlas en estos versos, hechos a ese propósito: No fue Solón aquel que se creía por su saber y juicio celebrado, pues brindándole Dios con grandes bienes los desdeñó. Llamado a un lance rico, de la mar no sacó la red hermosa; de aliento a un tiempo y de prudencia falto. ¡Cuánto fuera mejor llegar riquezas y en Atenas mandar siquiera un día; aunque luego como odre le curtieran y con él acabara su linaje!

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