En consecuencia de esto iban tanteando con cuidado a aquellos de sus conocidos que les inspiraban mayor confianza, comunicándoles el secreto y asociándolos a la empresa, para lo que hacían elección, no precisamente de los más amigos, sino de los que sabían que eran más resueltos, teniendo al mismo tiempo opinión de virtud y de que miraban con desprecio la muerte. Por esta causa se guardaron de Cicerón, que en cuanto a fidelidad y en cuanto a afecto era el primero para todos ellos, no fuera que, faltándole por carácter la osadía y habiendo adquirido antes de tiempo la circunspección y cautela de los viejos, que le hacía proceder en todo con la mayor cuenta, aspirando a una absoluta seguridad, embotara los filos de su resolución en un negocio que lo que requería era presteza. Entre otros de sus amigos también dejó Bruto a un lado a Estatilio el epicúreo y a Favonio, el admirador de Catón, porque habiéndoles hecho alguna remota indicación, y aun ésta por rodeos, en la conversación familiar y tratando asuntos de filosofía, Favonio le respondió que la guerra civil era peor que una monarquía ilegítima, y Estatilio le expresó que al hombre sabio y de juicio no le estaba bien ni le incumbía exponerse a nada, ni perder su quietud por los necios y malos. Hallábase presente Labeón, y contradijo a uno y a otro, y Bruto, haciendo como que tenía la cuestión por difícil y de no expedita resolución, calló por entonces, pero luego participó a Labeón el proyecto. Entró en él con calor, y después les pareció conveniente solicitar y atraer al otro Bruto, llamado por sobrenombre Albino, pues aunque de suyo no era esforzado ni de grande ánimo, contaba con el apoyo de un gran número de gladiadores que estaba manteniendo para darlos en espectáculo a los romanos, y gozaba, además, de la confianza de César. Habiéndole hablado primero Casio y Labeón, nada les respondió; pero yendo él en seguida a buscar a Bruto, enterado de que éste estaba al frente de la empresa, se ofrecía a concurrir a ella con la más pronta voluntad, habiendo sido la reputación de Bruto la que atrajo a los más y a los de mayor crédito y opinión de virtud: y sin embargo de que nada juraron, de que se dieron seguridades de unos a otros, ni intervino ningún sacrificio, de tal manera guardaron el secreto en su pecho, lo callaron y reservaron, que se hizo increíble su designio, a pesar de que los agüeros, los prodigios y las víctimas de los dioses lo estaban anunciando.