Pensaba Casio que el honor entre ambos debía ser igual; pero le previno Bruto, siendo por lo común el que iba a buscarle, ya porque aquel le precedía en edad, y ya porque no tenía una constitución igualmente robusta para el trabajo. La opinión que se tenía de Casio era creerle inteligente en las cosas de la guerra, pronto a la ira, de los que se hacen obedecer por el miedo, y para con los amigos y familiares, de sobra chistoso y decidor. De Bruto se refiere que era amado de la muchedumbre por su virtud, adorado de sus amigos, admirado de los buenos, y de nadie aborrecido, ni aun de los enemigos, por ser hombre de una índole sumamente benigna, magnánimo, impasible a la ira, al deleite y a la codicia, y que mantenía siempre su ánimo firme e inflexible en lo honesto y en lo justo. Sobre todo, lo que principalmente le ganó el afecto general fue la confianza que se tenía en la rectitud de sus intenciones; porque ni del mismo Pompeyo, apellidado grande, se esperaba que, si vencía a César, cediera de su poder en obsequio de las leyes, sino que conservaría siempre el mando con el nombre de cónsul, de dictador u otro más suave que sirviera para embaucar al pueblo. De este mismo Casio, hombre violento e iracundo, y que muchas veces declinaba a lo útil de lo justo, más creían todos que peleaba, peregrinaba y se exponía a los peligros para procurarse algún poder que para procurar la libertad a sus conciudadanos. Porque aun tomándolo de más antiguo, a los Cinas, los Marios y Carbones, proponiéndose la Patria por premio y por despojo, no les faltó mas que decir a las claras que combatían por la tiranía; pero a Bruto ni sus mismos enemigos le atribuyeron semejante mudanza, y antes se refiere que muchos oyeron decir a Antonio que de sólo Bruto se creía haber herido a César movido de la belleza y excelencia de la acción, y que los demás fueron impelidos de odio y envidia contra su persona, coligiéndose de lo mismo que nos dejó escrito que más obró en él la virtud que la ambición. Escribía, pues, a Ático estando ya próximo al peligro: “Que sus cosas se hallaban en el mejor punto posible de fortuna, porque o venciendo daría la libertad al pueblo romano, o vencido quedaría libre de servidumbre; y siéndoles todo lo demás cierto y seguro, una sola cosa era la incierta: si vivirían o si morirían con libertad. Decía que Marco Antonio llevaría la pena debida a su inconsideración, pues pudiendo ser contado entre los Brutos, los Casios y los Catones, había preferido ser una dependencia de Octavio; y si ahora no es vencido con él, no se pasará mucho tiempo sin que éste le derribe”. Pareció que de este modo había adivinado acertadamente sobre lo futuro.