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César hizo dentro del campamento la purificación de su ejército, repartiendo una pequeña cantidad de trigo y cinco dracmas por hombre para el sacrificio; pero Bruto, condenando su mezquindad y apocamiento, en primer lugar hizo la purificación en, campo raso, como es costumbre, y después suministrando para gran número de sacrificios por centurias, y dando cincuenta dracmas para cada soldado, en el amor y denuedo del ejército se aventajó mucho a los contrarios. A pesar de esto, en la purificación pareció que Casio tuvo contra sí una señal, infausta, y fue que el lictor le alargó al revés la corona, y se dice también que días antes una victoria de oro de Casio se había caído al suelo en cierta celebridad y pompa, por haber tropezado el que la llevaba. Dejáronse ver además por muchos días aves carnívoras en gran número sobre el campamento, y se notó que unos enjambres de abejas se posaron dentro del valladar en un solo sitio; el que los agoreros hubieron de hacer excluir de él para remediar una superstición que al mismo Casio lo sacaba de sus principios de la secta epicúrea, y que tenía enteramente acobardados a los soldados, por lo que no era su ánimo que por entonces se decidiese la guerra, sino que más bien se ganara tiempo, puesto que en cuanto a fondos eran superiores, y en armas y gente les excedían los enemigos. Mas Bruto, desde luego, había querido apresurar el resultado, o para restituir cuanto antes la libertad a la patria, o para redimir a todos los hombres del peso de los gastos, bagajes y nuevas demandas con que incesantemente eran molestados, y viendo entonces que su caballería en los encuentros y escaramuzas diarias vencía siempre y llevaba lo mejor, todavía cobró más ánimo. Como hubiese sucedido, por otra parte, en aquellos días que algunos se habían pasado a los enemigos y se hubiesen suscitado rencillas y sospechas de unos contra otros, muchos de los amigos de Casio abrazaron en el consejo de guerra el dictamen de Bruto; pero Atilio, uno de ellos, le contradecía proponiendo que se aguardara hasta el invierno. Preguntóle Bruto qué era en lo que pensaba mejorar al cabo de un año, y él respondió: “Cuando en otra cosa no habré vivido este tiempo más.” Habiendo incomodado esto sobremanera a Casio, no dejó de ofender a los demás, y quedó determinado que al día siguiente se había de dar la batalla.

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