Las naciones que se encontraron al paso en la mayor parte las redujo Bruto a su obediencia, y si se les había desertado alguna ciudad o algún potentado, atrayéndolos otra vez a todos, llegaron así hasta el Mar de Taso. Allí, rodeando a las tropas de Norbano, acampado en las llamadas Gargantas y en las inmediaciones de Símbolo, le obligaron a abandonar el puesto, y estuvo en muy poco que se apoderaran de todas aquellas fuerzas, habiéndose quedado atrás César por hallarse enfermo,, sino que vino en auxilio Antonio con tan maravillosa prontitud, que Bruto mismo no podía persuadírselo. Vino así mismo César a los diez días, y se acampó en oposición de Bruto, y en oposición de Casio, Antonio. Al terreno que quedaba en medio le llamaban los Romanos los Campos Filipos, adonde acudieron entonces unos contra otros los mayores ejércitos de los Romanos. En el número no era el de Bruto muy inferior al de César; pero en el brillo y esplendor de las armas comparecía admirable, porque eran de oro en su mayor parte, y en todas ellas no se había escaseado la plata, en medio de que en todo lo demás tenía Bruto acostumbrados a los caudillos a usar de sobriedad y parsimonia en los gastos. Mas la riqueza que se trae entre manos y que adorna el cuerpo creía que comunicaba cierta altivez a los que son de carácter ambicioso, y que los aficionados al interés se hacían más esforzados cuando en las armas que los rodean ven un caudal.