Hecho esto, cesó ya Porsena en todos los preparativos y aparato de guerra, fiado en los tratados: así, las doncellas bajaban a bañarse. Formaba en aquel lugar la orilla una ensenada que abarcaba el río, y hacía a la vista su curso sumamente sosegado y tranquilo. Mas como no viesen por allí ningún guarda, ni otra persona alguna que pasase o navegase, les vino el pensamiento de marcharse a nado por una corriente caudalosa y profundos remolinos. Refieren algunos que una de ellas, llamada Clelia, hizo la travesía a caballo, y que ésta fue la que movió y alentó a las otras jovencitas. Cuando puestas en salvamento comparecieron ante Publícola, no mostró maravillarse, y mucho menos alegrarse; antes lo llevó a mal, porque Porsena culparía su falta de fe; y lo que había sido yerro de las doncellas, lo atribuiría a maldad de los Romanos; por tanto, reuniendo otra vez las doncellas, las volvió a mandar a Porsena. Habíanlo entendido todo Tarquino y los suyos; así, poniéndose en celada contra los que acompañaban a las doncellas, los aguardaban al paso en no pequeño número. Defendiéronse éstos, y en tanto la hija de Publícola, Valeria, penetrando por entre los que combatían, pudo huir, y tres de sus criados huidos con ella la pusieron en salvo. En socorro de las demás, que no sin peligro quedaron entre los de la pelea, sobrevino prontamente Arronte, el hijo de Porsena, con noticia que de ello tuvo; y ahuyentados los enemigos, sacó de riesgo a los Romanos. Luego que restituidas las doncellas las tuvo Porsena en su presencia, inquiría cuál era la inventora y promovedora de aquel hecho, y al oír el nombre de Clelia, se la quedó mirando con semblante placentero y alegre, y mandando que trajesen uno de sus caballos ricamente enjaezado, se lo regaló; y de aquí toman argumento en su favor los que sostienen que sola Clelia pasó el río a caballo; diciendo otros que no fue así, sino que el rey tirreno hizo aquella honra singular a su espíritu varonil. Encuéntrase, como se va por la vía sacra al Palatino, una estatua suya ecuestre; la que, con todo, dicen algunos no ser de Clelia, sino de Valeria. Reconciliado Porsena con los Romanos, dio pruebas de benevolencia a la ciudad en otras muchas cosas; pero señaladamente en que, dando orden a los Tirrenos para que tomasen las armas solamente y nada más, dejando los reales como estaban llenos de víveres y de otros muchos efectos, hizo de todo presente a los Romanos; por lo cual todavía entre nosotros los que venden en almoneda bienes públicos pregonan primero los efectos de Porsena, guardando a este rey un monumento eterno de gratitud en este recuerdo. Existe también una estatua suya en bronce junto al Senado, y muy sencilla y antigua en su trabajo.