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Fue cosa particular de Solón la abolición de los créditos, con la que consolidó poderosamente la libertad de los ciudadanos; porque de nada sirve que las leyes establezcan la igualdad si los créditos privan de ella a los pobres, pues cuando parece que usan más de la libertad, entonces es cuando están más esclavizados a los ricos, a quienes tienen que obedecer y estar sujetos en los actos de juzgar, de resolver y de hablar al público. Aun es más admirable que todo esto el que acostumbrando a traer consigo sediciones toda obligación de créditos, con haber usado de ella sola como de un remedio peligroso, pero fuerte, hubiera esto sido con tanta oportunidad, que hubiese cortado la sedición ya existente, sobreponiéndose con su virtud y la opinión que de él se tenía a lo que había en aquella operación de improbable y de odioso. Considerado el gobierno de ambos, en Solón fue más brillante el principio, porque él fue seguido, y no siguió a nadie, y por sí mismo, sin compañía ni auxilio, dispuso y ejecutó las mayores cosas en la república; mas el fin fue en el otro más feliz y apetecible, porque su obra, en el gobierno, el mismo Solón, antes de morir, la vio disuelta; mas la de Publícola, hasta las guerras civiles, mantuvo en orden la ciudad; y es que aquel, en el momento de dar sus leyes, dejándolas en las tablas, sin más auxilio ni apoyo que la escritura, se marchó de Atenas; y éste, permaneciendo siempre y teniendo parte en el mando y el gobierno, fortaleció y puso en seguridad sus establecimientos. Además de esto, sobre aquel, que nada habría podido remediar aunque lo hubiera previsto, prevaleció Pisístrato; de manera que él quedó arrinconado, y la tiranía encumbrada; y éste, por el contrario, logró desechar y disolver una autoridad fuerte y dominante con el mucho tiempo que había durado, oponiendo quizá una virtud igual y una decisión semejante, pero teniendo mejor suerte y habiendo sido más eficaces sus esfuerzos.

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