Siendo todavía niño, es común opinión que se notaba en él una actividad extraordinaria; pues siendo por índole reflexivo, ya la inclinación le llevaba a las cosas grandes y a los negocios políticos; así, en las horas de recreo y vagar, después de las lecciones, no jugaba o se entretenía como los demás de su edad, sino que formaba ciertos discursos, meditando y reflexionando entre sí; y solían ser estos discursos acusaciones o defensas de los otros niños; solía, por tanto, decir su maestro: “¡Ay, niño, tú no has de ser nada pequeño, sino o muy gran bien, o muy grande mal!” Por la misma causa, entre los ejercicios y disciplinas aprendía con tedio y sin aplicación las que se miran como de crianza y son de cierta recreación y gracia entre gente fina; pero en las que se dirigían a formar el juicio y a saber manejar los negocios, se advertía bien que adelantaba sobre su edad, siguiendo en ello su índole. Sucedió, por tanto, más adelante que en las concurrencias y reuniones urbanas, pareciéndole que se le criticaba sobre su crianza, se vio en la precisión de vindicarse con desenfado, diciendo: “Yo no sabré templar una lira o tañer un salterio; pero sí, tomando por mi cuenta una ciudad pequeña y oscura, hacerla ilustre y grande.” Dice, sin embargo, Estesímbroto que Temístocles fue discípulo de Anaxágoras, y que también frecuentó a Meliso el Físico; pero en esto no se ajusta a la razón de los tiempos, porque con ser Pericles mucho más moderno que Temístocles, Meliso peleó contra aquel cuando sitió a Samos, y Anaxágoras vivía en la intimidad de Pericles. Más crédito debe darse a los que escriben que Temístocles fue discípulo de Mnesífilo de Fréar, el cual no era de profesión retor, ni de los que tenían el nombre de filósofos físicos, sino que había tomado por ocupación la que se llamaba entonces sabiduría, y era, en realidad, una habilidad y sagacidad política, y una prudencia práctica y activa que se trasmitía en sistema desde Solón; con esa sabiduría mezclaron después algunos las artes forenses, y trasladaron su ejercicio de las obras a las palabras, y a éstos se les dio el nombre de Sofistas. Con éste, pues, fue con quien tuvo comunicación cuando ya trataba los negocios públicos. En los primeros conatos de su juventud fue, por tanto, incierto y sin conductor fijo, dirigiéndose por solo su talento, que, falto de regla racional y del freno de la educación, le hacía pasar de unos extremos a otros, y caer a veces en lo menos conveniente, como luego lo reconoció él mismo, diciendo que de los potros más inquietos se hacen los mejores caballos cuando se acierta a darles la enseñanza y manejo que les son acomodados. Todas las demás relaciones que sobre esto algunos han inventado, como el haber sido desheredado por su padre, y el haberse dado su madre muerte voluntaria de pena de la deshonra de su hijo, deben tenerse por falsas; antes hay quien, por el contrario, dice que, queriendo el padre apartarle de mezclarse en los negocios públicos, le mostró en la orilla del mar las galeras viejas maltratadas y abandonadas, para darle a entender que del mismo modo se porta la muchedumbre con los hombres públicos cuando ve que ya no son de provecho.