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Era, además, odioso a los aliados, porque, dirigiéndose a las islas, les exigía las contribuciones. Así decía y oía lo que Herodoto refiere de los Andros, a quienes dijo que se presentaba allí trayéndoles dos dioses: la persuasión y la fuerza; y ellos le respondieron que tenían consigo otros dos grandes dioses: la pobreza y la miseria, que les prohibían le diesen dinero. Timocreón el de Rodas, poeta lírico, en sus canciones trata muy mal a Temístocles, porque a otros desterrados, por dinero, les proporcionó ser restituidos, y a él, por dinero también, lo abandonó, con ser su huésped y su amigo. Dice así: Si tú a Pausanias, si tú a Jantipo y a Leutíquidas das tus alabanzas, yo a Arístides las doy, el mejor hombre que produjo jamás la sacra Atenas: porque odia a Temístocles Latona por embustero, injusto y alevoso, que ganando con sórdido dinero a Iáliso a su patria no redujo con ser su huésped; y por tres talentos, corrió a su perdición, volviendo a unos con injusticia, persiguiendo a otros, y a otros dando muerte por codicia. Ahora en el Istmo, hecho mesonero, fiambre vende, y los que prueban de ella hacen plegarias por que el fin del año el avaro Temístocles no vea. Pero todavía usó Timocreón de más amarga e insolente maledicencia contra Temístocles, después de su destierro y condenación, componiendo un poema que empezaba de este modo: Musa, honor de estos versos, di a los Griegos, como a justicia y a razón conviene... Dícese que Timocreón fue desterrado por medismo, esto es, por ser partidario de los Medos, habiendo dado también Temístocles su voto contra él; por tanto, cuándo luego a éste se le siguió la misma causa de medismo, cantó contra él: No Timocreón sólo tiene trato con los Medos; aun hay otros perversos; no soy yo sólo a quien el pie falsea; parece que hay también otras raposas.

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