Puso Pericles en la cuenta del ejército una partida de diez talentos, gastados, decía, en lo que se tuvo por conveniente, y el pueblo la admitió sin andar en preguntas ni quejarse del modo misterioso de expresarla. Algunos han escrito, y el filósofo Teofrasto entre ellos, que todos los años se enviaban por Pericles diez talentos a Esparta, con los que regalaba a todos los que tenían mando, y evitaba la guerra, no comprando de este modo la paz, sino el tiempo que necesitaba para disponerse reposadamente a hacer la guerra con ventaja. Marchó otra vez rápidamente contra los rebeldes, y, pasando a la Eubea con cincuenta galeras y cinco mil hombres, domó las ciudades; arrojó de Calcis a los llamados Hipóbotas, que eran los más ricos y distinguidos de ella, y a los de Estica a todos les hizo salir del país, poblándola de solos Atenienses, siendo tan inexorable con ellos, porque habiendo apresado una nave ateniense, habían dado muerte a cuantos encontraron en ella.