Mas Escipión, habiendo vencido, al cabo de poco tiempo, a Aníbal en batalla campal, y destruido y hollado su arrogancia con la ruina de la misma Cartago dio a sus ciudadanos un gozo mayor que el que podía esperar y sentó sobre bases fijas su mando, que en verdad había sido de poderosas olas agitado. Pero no le alcanzó a Fabio Máximo la vida hasta ver el término de aquella guerra; así, no oyó la derrota de Aníbal, ni llegó a entender que la prosperidad de la patria era tan grande como segura, sino que, por el mismo tiempo en que Aníbal tuvo que salir de Italia, cayó enfermo y murió. Los Tebanos hicieron a costa del erario el entierro de Epaminondas, a causa de la pobreza en que murió, porque a su fallecimiento se dice no haberse encontrado en su casa otra cosa que una tarja de hierro. Los Romanos no costearon del erario las exequias de Fabio; pero, en particular, cada uno le contribuyó con la menor de las monedas, no como para ocurrir a su estrechez, sino para sepultarle como padre, en lo que recibió el honor y gloria que a tal vida correspondía.