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Había allí cerca un cabrahigo, al que llamaron Ruminal, o por Rómulo, como opinan los más, o por los ganados que al medio día sesteaban a su sombra, o más aún por la lactancia de los niños, porque los antiguos a la teta decían ruma, y a cierta Diosa que creen preside a la crianza de los niños le llaman Rumilia, y le hacen sacrificio abstemio, libándole con leche. Estando, pues, allí expuestos los niños, cuentan que una loba les daba de mamar, y que un quebrantahuesos los alimentaba también y defendía. Esta ave se tiene por consagrada a Marte, y los latinos la tienen en gran veneración y honor; por lo que la madre de los niños, que decía haberlos tenido de Marte, se concilió gran fe: bien que se dice haberle venido este error de que el mismo Amulio, en traje de guerrero, la violentó y desfloró. Otros sospechaban que el nombre de la nutriz, por su anfibología, fue el que dio ocasión y asidero a esta fábula, porque los latinos llamaban lobas, de esta especie de fieras, a las hembras, y de las mujeres a las que eran malas de sus cuerpos, y tal parece que era la mujer de Fáustulo, que crió a estos dos infantes, llarnada Aca Larencia. Hácenle sacrificios los Romanos y libaciones en el mes de abril el sacerdote de Marte, dándose a la misma fiesta el nombre de Larencia.

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