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Dicho esto, haciendo levantarse a Vergilia con los hijos y las damas matronas, se encamina hacia el campamento de los Volscos, siendo aquel un lastimoso espectáculo, que a los mismos enemigos les causó confusión e impuso silencio. Hallábase casualmente Marcio sentado en el tribunal, con los demás caudillos, y luego que vio venir a aquellas mujeres se quedó suspenso; mas habiendo conocido a su esposa, que venía la primera, determinó en su ánimo mantenerse obstinado e inexorable en su anterior propósito; pero vencido al fin de sus afectos y trastornado con semejante vista, no pudo aguantar que le cogieran sentado, sino que bajando más que de paso, y saliendo a recibirlas, primero y por largo tiempo saludó a la madre y después a la mujer y a los hijos, no conteniéndose en el llanto ni en las caricias, sino más bien dejándose como de un torrente arrastrar de sus afectos.

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