Referidos de estos dos varones aquellos hechos que nos han parecido dignos de expresarse y recordarse, en los militares nada se descubre que pueda inclinar la balanza ni a uno ni a otro lado, porque ambos en esta parte dieron con mucha igualdad en sus mandos repetidas pruebas de valor y denuedo, de industria e inteligencia en las artes de la guerra; a no ser que alguno quiera, a causa de que Alcibíades, en tierra y en mar, salió vencedor y triunfante en muchas batallas, declararle por más consumado capitán. Por lo demás, el haber manifiestamente mejorado las cosas domésticas mientras estuvieron presentes y mandaron, y el haber éstas decaído, más conocidamente todavía, cuando se pasaron a otra parte, fue cosa que se verificó en entrambos. En cuanto a gobierno, en el de Alcibíades los hombres de juicio reprendían la poca formalidad y no estar exento de adulación y bajeza en sus obsequios a la muchedumbre; y el de Marcio, enteramente desabrido, orgulloso y exclusivo, incurrió en el odio del pueblo romano. Así, ni uno ni otro manejo es para ser alabado; pero el de quien se abate a adular al pueblo es menos vituperable que el de aquellos que, por no parecer demagogos, insultan a la muchedumbre; porque el lisonjear a la plebe por mandar es cosa indecente; pero el dominar haciéndose temible, vejando y oprimiendo, sobre indecente es además injusto.