En el cuarto mes después de la fundación se verificó, como Fabio refiere, el arrojo del rapto de las mujeres. Dicen algunos que el mismo Rómulo, siendo belicoso por índole, y excitado además por ciertos rumores de que el hado destinaba a Roma para hacerse grande, criada y mantenida con la guerra, se propuso usar de violencia contra los Sabinos, como que no robaron más que solas treinta doncellas, lo que más era de quien buscaba guerra que casamientos; pero esto no parece acertado, sino que, viendo que la ciudad en brevísimo tiempo se había llenado de habitantes, pocos de los cuales eran casados, y que los más siendo advenedizos, gente pobre y oscura, de quienes no se hacía cuenta, no ofrecían seguridad de permanecer; y contando con que para con los mismos Sabinos este insulto se había de convenir en un principio de afinidad y reunión por medio de las mujeres, cuyos ánimos se ganarían, le puso por obra en este modo: hizo antes correr la voz de que había encontrado el ara de un dios que estaba escondida debajo de tierra: llamábanle al dios Conso, o por presidir al consejo, porque aún ahora al cuerpo de consejeros llaman Consilio, y Cónsules a los primeros magistrados, como previsores; o por ser congregación ecuestre a Neptuno, porque su ara en el Circo Máximo está siempre cubierta, y sólo se manifiesta en los juegos ecuestres; mas otros quieren que esto precisamente sea porque, siendo de suyo el consejo secreto e incomunicable, no sin justa razón se supuso ser de este dios un ara que estaba escondida debajo de tierra. Luego que la encontró dispuso con esta causa un solemne sacrificio, y combates, y espectáculos con general convocación: concurrió gran gentío; y Rómulo estaba sentado con los principales, adornado con el manto. Era la señal para el momento de la ejecución levantarse, abrir el manto y volver a cubrirse; y había muchos con armas que aguardaban la señal. Dada ésta, desnudaron las espadas, y, acometiendo con gritería, robaron las doncellas de los Sabinos; y como éstos huyesen, los dejaron ir sin perseguirlos. En cuanto al número de las robadas, unos dicen que no fueron más que treinta, de las que tomaron nombre las Curias; Valerio de Ancio, que setecientas veintisiete; pero Juba, que fueron seiscientas ochenta y tres doncellas. La mejor apología de Rómulo es que no fue robada ninguna casada, sino sola Hersilia por equivocación; probándose con esto que no por afrenta o injuria cometieron el rapto, sino con la mira de mezclar y confundir los pueblos, proveyendo así a la mayor de todas las faltas. De Hersilia dicen unos que casó con Hostilio, varón muy distinguido entre los Romanos; y otros que casó con el mismo Rómulo, a quien dio hijos: una sola hija llamada Prima por el orden del nacer, y un hijo solo, al que dio el nombre de Aolio, en alusión a los muchos ciudadanos que se habían congregado bajo su mando; pero después le llamaron Abilio. Es esta narración de Zenódoto de Trecene; pero hay muchos que la contradicen.