32

Luego que llegó a Farsalo, reunió sus tropas y marchó sin dilación contra Alejandro, el cual, viendo pocos Tebanos al lado de Pelópidas, y que él tenía más que doble infantería de Tésalos, le salió al encuentro junto al templo de Tetis; y como alguno le dijese a Pelópidas que el tirano venía con mucha gente: “Mejor- respondió;- con eso serán más los que venzamos”. Extiéndense hacia el medio de las llamadas Cinocéfalas varios collados de bastante inclinación y altura, y unos y otros se dirigieron a ocuparlos con la infantería; al propio tiempo, Pelópidas mandó a los suyos de a caballo, que eran muchos y excelentes, que se batiesen con la caballería enemiga. Vencieron éstos y bajaron a la llanura en persecución de los fugitivos; mas se vio que Alejandro había tomado las alturas y que, acometiendo a la infantería tesaliana, que se había rezagado y se encaminaba a los puntos más fuertes y elevados, dio muerte a los primeros, y los demás, siendo ofendidos, nada hacían por su parte. Advertido, pues, esto por Pelópidas, llamó a los de a caballo y les dio orden de que corriesen contra lo más apiñado de los enemigos; él mismo, embrazando el escudo, marchó de carrera a unirse con los que peleaban en los collados, y penetrando por la retaguardia hasta los primeros, infundió en todos tal valor y aliento, que aun a los mismos enemigos les pareció ser aquellos otros hombres en el cuerpo y en el espíritu; y si bien éstos rechazaron dos o tres choques, al ver que todavía volvían con ímpetu y que la caballería dejaba el alcance, cedieron por fin y se retiraron. Pelópidas, desde la eminencia, viendo toda la hueste de enemigos, no puesta en fuga, pero sí ya en gran confusión y desorden, se detuvo un poco a mirar, en busca del mismo Alejandro; y cuando observó que estaba en el ala derecha animando y ordenando a sus estipendiarios, no hizo uso de la razón para refrenar la ira, sino que, inflamado con su vista, y abandonando a la cólera su persona y el mando, se adelantó a todos los demás, clamando y llamando a gritos al tirano, el cual estuvo bien distante de sostener el ímpetu y de, aguantar, sino que, dando a correr hacia los estipendiarios, se escondió. Y los primeros de éstos que hicieron oposición fueron rechazados por Pelópidas, y aun algunos heridos y muertos; pero los demás, hiriéndole de lejos con las lanzas, acabaron con él, mientras que los Tésalos venían a carrera desde los collados en su auxilio. Cuando ya había muerto, acudieron también los de a caballo y pusieron en huída todo el ejército, persiguiéndole gran trecho, y llenaron aquella llanura de cadáveres, tanto, que fueron más de tres mil a los que dieron muerte.

Share on Twitter Share on Facebook