Dícese asimismo haber sido Rómulo el que primero instituyó el fuego sagrado, creando en sacerdotistas a las vírgenes que se llamaron Vestales; pero esto otro lo atribuyen a Numa, sin que por eso deje de asegurarse que Rómulo fue muy religioso; y aun añaden que fue dado a la ciencia augural, y que para su ejercicio usaba del llamado lituo. Era éste una varita encorvada, con la que sentados describían los puntos cardinales para los agüeros: guardábase en el Palacio; pero en la invasión de los Galos, cuando la ciudad fue tomada, dícese que desapareció, y que arrojados después aquellos bárbaros, se halló entre los montones de ceniza ileso del fuego, cuando todo lo demás había sido consumido y deshecho. Promulgó también algunas leyes, de las cuales muy dura es la que no permite a la mujer repudiar al marido, concediendo a éste despedir la mujer por envenenar los hijos, por falsear las llaves y por cometer adulterio; si por otra causa alguna la despedía, ordenábase que la mitad de su hacienda fuese para la mujer, y la otra mitad para el templo de Ceres; y que el que así la repudiase hubiera de aplacar a los Dioses infernales. Fue, también cosa suya no haber señalado pena contra los parricidas, y haber llamado parricidio a todo homicidio, como que éste era factible, pero imposible aquel; y por muy largo tiempo pareció que con sobrada razón se tuvo por desconocida semejante maldad, porque nadie hubo en Roma que la cometiese en cerca de seiscientos años; siendo el primero de quien se cuenta haber sido parricida, ya después de la guerra de Aníbal, Lucio Hostio; mas baste de estas cosas.