Por lo demás, su moderación fue verdaderamente maravillosa, pues siendo general, no tomó para sí y sus asistentes más que tres medimnas de trigo al mes, y de cebada al día para las bestias todavía menos de tres medias. Cúpole en suerte la provincia de Cerdeña, y habiendo sido costumbre de los pretores que le precedieron tomar del público los muebles, las camas y las ropas, gravando a los habitantes con precisarles a mantener numerosa servidumbre y grande acompañamiento de amigos para los banquetes, hizo advertir en esto una increíble diferencia, no permitiendo jamás que de los fondos públicos se hiciera gasto alguno. Hizo la visita de las ciudades a pie, seguido tan sólo de un ministro público, que llevaba su ropa y el vaso que le servía en las sagradas libaciones. Sin embargo, a este desprendimiento y ahorro usado con los que estaban bajo su mando acompañaba una suma circunspección y gravedad, siendo inexorable en lo justo y recto y severo en hacer cumplir las órdenes que daba; de manera que nunca el mando de los Romanos les fue a aquellos naturales ni más temible ni más grato.