Por este mismo término parece que era también el lenguaje de este hombre singular, porque era gracioso y vehemente, dulce y penetrante, adornado y grave, sentencioso y polémico; al modo que Platón pinta a Sócrates, al parecer hombre vulgar, satírico y acre para los que por primera vez le trataban, pero por dentro lleno de solicitud y pensamientos útiles, que arrancaban lágrimas a los oyentes y convertían su corazón: de manera que no sé en qué pudieron fundarse los que dijeron que el estilo de Catón era parecido al de Lisias; pero de esto juzgarán los que se hallen más en estado de conocer la lengua romana; por lo que a mí hace, me contentaré con referir algunas de sus máximas; estando como estoy en la opinión de que más se ven en ellas, que no en el rostro, las costumbres de cada uno.