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Por la muchedumbre de guerra y trofeos, la ciencia militar de Filopemen fue mucho más acreditada porque aquel terminó la guerra contra Filipo en dos combates; pero éste, habiendo salido vencedor en mil batallas, ningún asidero dejó a la fortuna para que contendiese con su pericia. Por otra parte, aquel tuvo a su disposición el poder romano cuando estaba en su mayor auge; y éste adquirió gloria con las débiles fuerzas de la Grecia cuando estaban en su declinación: así, los triunfos del uno fueron peculiares e individuales suyos; mientras que los del otro deben decirse propiamente públicos: por cuanto aquel mandaba valientes, y éste los formó con su mando. Además, los combates de Filopemen fueron con Griegos; lo que si fue una mala suerte fue una irrefragable prueba de virtud; porque entre aquellos que en todo lo demás son iguales, el que se aventaja es a la virtud a quien debe el vencimiento: así, peleando con los más aguerridos de los Griegos, los Cretenses y Lacedemonios, de los más astutos triunfó con estratagemas, y de los más fuertes con valor. Fuera de esto, Tito venció con lo que ya existía, empleando las armas y la táctica que encontró, y Filopemen introduciendo un nuevo orden en estas cosas en cambio del que había: de manera que el uno inventó los medios de la victoria, y al otro le sirvieron los que existían. En cuanto a hechos propios y personales de guerra, de Filopemen hubo muchos y muy señalados; de Tito ninguno: así es que uno de los Etolos, Arquedemo, le motejó de que, mientras él corría con la espada desenvainada contra los Macedonios que se le oponían, Tito se estaba parado con las manos levantadas al cielo haciendo plegarias.

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