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Platón, estando ya próximo a morir, se mostró agradecido a su buen genio y a la fortuna de haberle hecho hombre y, además, griego y no bárbaro, ni animal por naturaleza privado de razón, y, finalmente, de haber concurrido su nacimiento con el tiempo de Sócrates. Dícese igualmente que Antípatro de Tarso, estando asimismo para morir, hizo la enumeración de los buenos sucesos que le habían cabido en suerte, y no dejó de poner en la cuenta el haber tenido una navegación feliz desde su patria a Atenas, como hombre que reconocía a su buena fortuna todos los presentes que le habían hecho y que hasta el fin los conservaba en la me- moria, que es el más seguro tesoro para el hombre. Al contrario, a los desmemoriados y necios se les desvanecen los sucesos con el tiempo, por lo que no guardando ni conservando nada, vacíos siempre de bienes y llenos de esperanza, tienen la vista en lo futuro, no haciendo caso de lo presente; y aquello puede arrebatárselo la fortuna, cuando esto es inadmisible, y con todo desechan esto en que nada puede la fortuna, soñando con lo que es incierto y estándoles muy bien lo que luego les sucede; porque antes que puedan dar asiento y solidez a los bienes externos con el buen uso de la razón y de la doctrina se dan a acumularlos y amontonarlos, sin poder llenar los insaciables senos de la ambición. Falleció pues, Mario a los diez y siete días de su séptimo Consulado; por lo pronto, fue grande el gozo y la esperanza que ocupó a Roma por haberse librado de una dura tiranía: pero al cabo de muy pocos días conocieron que no habían hecho más que cambiar un dueño viejo por otro joven en la flor de la edad: ¡tanta fue la crueldad y aspereza de que dio pruebas su hijo Mario haciendo asesinar a muchos de los mejores y más distinguidos ciudadanos! Túvosele por valiente y arriesgado, por lo que al principio se le llamó hijo de Marte, pero bien pronto, vituperado por sus obras, se le dio en lugar de aquel el nombre de hijo de Venus. Al fin, encerrado por Sila en Preneste, y haciendo en vano mil diligencias por alargar la vida, cuando vio que no le quedaba remedio, perdida la ciudad, se dio a sí mismo la muerte.

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