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Llamó Ciro a Sardis a Lisandro, y dándole diferentes cosas le prometió otras, diciendo con ardor juvenil en su obsequio que, aun cuando nada diera su padre, pondría en mano de Lisandro cuanto a él le pertenecía, y, a falta de todo, se desharía del trono en que daba audiencia, que era todo de oro y plata. Finalmente, que, subiendo a la Media, trataría con el padre de que aquel recogiese los tributos de las ciudades, para lo que le hacía entrega de su autoridad. Despidiéronse, y rogándole que no combatiera con los Atenienses antes que él volviese, porque volvería trayendo muchas naves de la Fenicia y la Cilicia, subió a donde estaba el padre. Lisandro, no pudiendo combatir con fuerzas desiguales, ni tampoco estarse sin hacer nada con tan gran número de naves, dando la vela, atrajo a algunas de las islas, y a Egina y Salamina, penetrando en ellas, las taló. Subiendo después al Ática, pasó a saludar a Agis, bajando para esto desde Decelea, e hizo ante el ejército de tierra, que allí se hallaba, ostentación de sus fuerzas navales, como que podía por mar aún más de lo que quería: y con todo, como los Atenienses fuesen en su persecución, huyó, por medio de las islas, apresuradamente, al Asia, donde, hallando desamparado el Helesponto, acometió él misino desde el mar, con las naves, a Lámpsaco; y Tórax, acudiendo también con las tropas de tierra al mismo punto, combatió las murallas, con lo que tomó la ciudad a viva fuerza, permitiendo a los soldados que la saqueasen. Hacía vela a la sazón la armada de los Atenienses, fuerte de ciento y ochenta galeras, a Eleunte del Quersoneso: pero, al saber la pérdida de Lámpsaco, tomaron al punto rumbo para Sesto, y provistos allí de víveres, se dirigieron a Egospótamos, enfrente de los enemigos, que todavía estaban surtos en Lámpsaco. Eran generales de los Atenienses varios otros, y Filocles, aquel que antes había persuadido al pueblo que se hiciera ley para que se cortara el dedo pulgar de la mano derecha ir los que se cautivasen en la guerra, a fin de que no pudieran llevar la lanza, pero sí manejar el remo.

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