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Entre sus ascendientes se señaló mucho Soo, porque en su reinado hicieron los Espartanos sus esclavos a los Hilotas y adquirieron gran extensión de terreno, quitándoles a los Árcades. Cuéntase también de este Soo que, hallándose sitiado por los Clitorios en un paraje áspero y falto de agua, convino en que les dejaría el terreno que por armas les había tomado si bebían de una fuente cercana él y cuantos con él estaban. Acordado así, y sellado con el recíproco juramento, al encaminarse a la fuente con los suyos ofreció el reino al que no bebiese; pero nadie pudo contenerse, y bebieron todos; entonces, bajando él el último, no hizo más que rociarse con el agua a presencia de los enemigos, y se marchó, reteniendo el terreno, porque no habían bebido todos. Mas aunque por estos sucesos logró mucha estimación, no fue de él, sino de su hijo, de quien los reyes de su raza se llamaron Euritiónidas; porque parece haber sido Euritión el primero que reformó en la autoridad real lo que tenía de demasiado absoluta, comunicando el poder y congraciándose con la muchedumbre; y de esta reforma, insolentándose de una parte el pueblo, y de otra haciéndose los reyes odiosos si querían usar de la fuerza, o poco respetables si cedían por condescendencia y debilidad, sucedió que por mucho tiempo cayó Esparta en anarquía y desorden: y éste fue el que quitó la vida al padre de Licurgo que ya reinaba; porque metiendo paz en cierta riña, fue herido con un cuchillo ordinario, y murió, dejando el reino a su hijo mayor, Polidectes.

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