Había en el Ponto una mozuela que decía haber sido fecundada por Apolo, lo que muchos, como es natural, se resistían a creer; otros pasaban por ello; y habiendo dado a luz un varón, fueron muchas y muy conocidas las personas que se encargaron de su crianza y educación. Púsosele por nombre Sileno, por causa particular que parece había para ello. De aquí tomó Lisandro el principio, y por sí fue preparando y agregando lo demás, ayudándole en esta farsa no pocos ni despreciables actores, los cuales trataron de hacer creíble y sin sospecha lo que se decía del origen del niño, y además divulgaron y esparcieron por Esparta que en letras misteriosas guardaban los sacerdotes ciertos oráculos muy antiguos a que les estaba vedado llegar y que no podían sin sacrilegio ser tocados si no venía al cabo de largo tiempo uno que fuera hijo de Apolo, y que, dando a los que los custodiaban señales ciertas de su nacimiento, trajera consigo las tablas en que los oráculos estaban escritos. Sobre estos preparativos debía presentarse Sileno y pedir los oráculos en calidad de hijo de Apolo, y los sacerdotes, que estaban en el misterio, examinar cada cosa y asegurarse del nacimiento; últimamente, persuadidos ya de ello, habían de mostrarlo, como a hijo de Apolo, las letras, y él, delante de muchos, había de leer otros varios vaticinios, y también aquel por el que todo se fraguaba, relativo al rey; a saber: que era mejor y mas conveniente para los Espartanos elegir sus reyes entre los hombres de probidad. Cuando ya Sileno era mocito y el enredo iba a ponerse en ejecución, se le desgració a Lisandro su farsa, por cobardía de uno de los personajes de ella, temblando y apartándose del intento en el punto mismo de haber de llevarle a cabo. Mas en vida de Lisandro nada de esto se supo a la parte de afuera, sino sólo después de su muerte.