Muerto de esta manera Lisandro, sintieron tanto, por lo pronto, los Espartanos su falta, que intentaron contra el rey causa de muerte; y como éste no se atreviese a sostenerla, huyó a Tegea, y allí vivió pobre en el bosque de Atena; por cuanto, descubierta con la muerte la pobreza de Lisandro, ésta hizo más patente su virtud; pues que entre tantos caudales, tanto poder, tanto séquito de las ciudades y tanto obsequio de los reyes, en punto a riqueza en nada adelantó su casa, según relación de Teopompo, a quien más fácilmente dará cualquiera crédito cuando alaba que no cuando vitupera, pues no es más sabroso reprender que celebrar. Éforo dice que más adelante, habiéndose promovido en Esparta cierta disputa relativa a los aliados, y siendo necesario acudir a los documentos que reservó en su poder Lisandro, pasó a su casa Agesilao, y que, habiendo encontrado el cuaderno en que estaba escrito el discurso sobre la forma de la república, y en razón de que debía hacerse común la autoridad real, sacándola de manos de los Euripóntidas y los Agíadas, y elegirse el rey entre los ciudadanos de mayor probidad, era la intención de Agesilao mostrar el discurso a los ciudadanos, y hacerles ver qué hombre era Lisandro y cuán errados habían andado acerca de él; pero que Lacrátidas, varón prudente y el primero entonces de los Éforos, se había opuesto a Agesilao, diciéndole que no convenía desenterrar a Lisandro, sino más bien enterrar con él el discurso. ¡Tanto era el arte y habilidad con que estaba dispuesto! Diéronle después de muerto diferentes honores, y a los que estaban desposados con sus hijas y se apartaron después de su fallecimiento por ver que era pobre, los castigaron con una multa, pues que le obsequiaron mientras le tuvieron por rico, y cuando vieron por su misma pobreza que había sido justo y recto le abandonaron; y es que, a lo que parece, en Esparta había establecidas penas contra los que no se casaban, contra los que se casaban tarde y contra los que se malcasaban, y en ésta incurrían, principalmente, los que buscaban más bien a los ricos que a los honrados y parientes, que es lo que hemos tenido que referir de Lisandro.