Hechos estos convenios, torciendo de camino, marchó por la Tesalia y la Macedonia al Helesponto, teniendo a Arquelao, con grande estimación, en su compañía; y habiendo caído éste enfermo de peligro en Larisa, detuvo el viaje e hizo se le asistiera como a uno de los generales y caudillos que militaban a sus órdenes. Esto dio ocasión a que se pusiera tacha en la jornada de Queronea, como que no se había obrado con limpieza, y también el que, habiendo remitido Sila al rey todos sus amigos que habían quedado cautivos, sólo a Aristión el tirano le dio muerte con hierbas, por estar enemistado con Arquelao. Sobre todo hizo sospechar el terreno de diez mil yugadas que se dio en la Eubea al capadocio, y el haberle declarado Sila amigo y socio de los Romanos; y sin embargo de todo esto, hace Sila la apología en sus Comentarios. Viniéronle a esta sazón embajadores de Mitridates diciendo que a todo lo demás estaba pronto, pero que, en cuanto a la Patagonia, no venía en que se le despojase de ella, y en cuanto a las naves, de ningún modo se conformaba; de lo que indignado Sila: “¿Qué es lo que decís?les preguntó- ¿Mitridates se opone a lo de la Patagonia y del todo se niega en cuanto a las naves, cuando yo creía que me haría adoraciones si le dejaba aquella diestra con la que a tantos Romanos ha dado muerte? Bien pronto será otro su lenguaje en pasando yo al Asia. ¡Está muy bien que ahora, descansando en Pérgamo, dirija una guerra que hasta el día no ha presenciado!” Intimidados los embajadores, guardaron silencio; pero Arquelao hizo ruegos a Sila y sosegó su enojo, tomándole la diestra y derramando lágrimas. Persua- dióle, finalmente, a que le enviase a él mismo a Mitridates, porque, o haría la paz con las condiciones que quería, o, si no lo alcanzaba, se daría a sí mismo la muerte. Mandándole, pues, bajo estos supuestos, invadió la Media, y habiéndolo talado todo, regresó a la Macedonia, y en Filipos recibió a Arquelao, que le participó estar todo negociado a satisfacción, pero que Mitridates deseaba con ansia venir a tratar con él; siendo de ello la principal causa Fimbria, que, habiendo dado muerte a Flaco, cónsul del otro partido, y vencido a los generales del rey, marchaba ya contra él. Este temor era el que principalmente obligaba a Mitridates a preferir el hacerse amigo de Sila.