Con esto todavía se apartó más Luculo de los negocios; y cuando después Cicerón salió desterrado y Catón fue enviado a Chipre, entonces les dio enteramente de mano. Dícese, además, que antes de morir se le perturbó la razón, desfalleciendo poco a poco; pero Cornelio Nepote refiere que no la perdió Luculo por la vejez o por enfermedad, sino que fue alterada por una bebida que le propinó Calístenes, uno de sus libertos; y que el habérsela propinado fue para que Luculo le amase más, creyendo que la bebida tenía esta virtud; y por fin, que con ella se le ofendió y alteró la razón en términos de haber sido preciso que, viviendo él, se encargase el hermano de la administración de su hacienda. Con todo, apenas murió, como si hubiera fallecido en lo más floreciente de su mando y de su gobierno, sintió el pueblo su muerte, concurriendo a sus exequias; y llevado el cadáver a la plaza por los jóvenes más principales, quería por fuerza sepultarle en campo Marcio, donde había sepultado a Sila; pero como nadie estaba prevenido para esto, ni era fácil que se tomaran las convenientes disposiciones, alcanzó el hermano, a fuerza de razones y de ruegos, que permitiese se hiciera el entierro en el lugar preparado al intento, cerca de Túsculo. No vivió él mismo después largo tiempo, sino que, así como había seguido de cerca al hermano en edad y en gloria, le siguió también en el tiempo del fallecimiento, habiendo sido muy amante de su hermano.