La prosperidad hincha y ensoberbece aun a los de ánimo más pequeño: tanto, que al verlos en medio de sus faustos sucesos parece que realmente están dotados de grandeza y gravedad; pero el hombre verdaderamente magnánimo y fuerte donde se ve y resplandece principalmente es en la adversidad y en los reveses, como Eumenes; porque vencido de Antígono por una traición en Orcinios de Capadocia, y siendo de éste perseguido, no dio lugar a que el traidor se refugiara entre los enemigos, sino que, echándole mano, le ahorcó; huyendo luego por el camino opuesto de los que le perseguían, lo torció, sin que éstos lo entendiesen, y dando un rodeo, llegado que fue al sitio donde se dio la batalla, acampó en él, recogió los cadáveres y con las puertas de las casas de las aldeas vecinas, que hizo traer, quemó con separación a los caudillos y con separación a las tropas, y habiéndoles hecho sus cementerios se retiró: de manera que, habiendo ido después allá Antígono, no pudo menos de maravillarse de su arrojo y su serenidad. Cayó después sobre el bagaje de Antígono, y estando en su mano tomar muchas personas libres, muchos esclavos y gran riqueza amontonada de tantas guerras y tan cuantiosos despojos, temió que sus soldados, cargados con tanto botín y tanta presa, se hicieran demasiado pesados para la fuga y muy delicados para sobrellevar las continuas marchas y aguantar la dilación y el tiempo, que era en el que principalmente ponía la esperanza de aquella guerra, pensando en cansar y fatigar a Antígono. Mas conociendo la dificultad de apartar a los Macedonios por medio de una orden directa de una riqueza que podían contar por suya, mandó que tomaran ellos alimento y dieran pienso a los caballos, y en seguida marcharan contra los enemigos. En tanto, envió secretamente quien a Menandro, jefe encargado del bagaje de los enemigos, le advirtiese de su parte, como si se interesara por él, convertido en su amigo y deudo, de que estuviese apercibido y se retirara cuanto antes de aquellas llanuras y lugares bajos, a la falda de los montes vecinos, inaccesible a la caballería y poco propia para las sorpresas. Notó Menandro inmediatamente el peligro, y partió de allí, y Éumenes, entonces, a presencia de todos, envió descubridores, dando ya la orden a los soldados de que se armasen y pusieran los frenos a los caballos como para acometer inmediatamente a los enemigos; pero, trayéndole los descubridores noticias de que Menandro se había puesto en plena seguridad con haberse retirado a lugares ásperos, fingiendo que se enfadaba, marchó de allí con sus tropas. Dicese que, dando parte Menandro a Antígono de esta ocurrencia, como los Macedonios alabasen a Éumenes y se mostrasen más benignos con él, porque siéndole fácil cautivar a sus hijos y afrentar a sus mujeres se había ido a la mano y tenídoles consideración, replicó Antígono: “No lo ha hecho por amor a nosotros, oh simples, sino por temor de que estas riquezas fuesen grillos para su fuga”.